domingo, 27 de octubre de 2013

MAMATERAPIA

Siempre he sentido que mi vida debía tener algún significado y que hacer algo por l@s demás la dotaba de sentido. En esa línea, dirigí mi formación académica, estudiando Educación Social y Psicopedagogía, aunque he de decir que pronto se desarrolló en mi el interés por las terapias naturales (no en vano, mi abuelo paterno tuvo un herbolario hace más de medio siglo), y me formé (y continúo haciéndolo) en varias de ellas, como: Naturopatía, Homeopatía, Esencias Florales, Masaje Metamórfico, Reflexología, Reiki y, actualmente, Medicina Tradicional China.

Me encanta analizar y buscar el significado de la sintomatología que una persona puede presentar en un momento de su vida, porque es una señal de que algo ha de cambiar. Encontrar el trasfondo y observar cómo la persona mejora con la administración de productos naturales, evitando la agresividad y efectos secundarios de los medicamentos tradicionales, me hace sentir que he conectado con una misión interna.

Y éso es lo que hago con Lucía, quien aún no ha necesitado tomar antibióticos, antifúngicos ni antipiréticos.

La medicina natural basa su razón de ser, no en la sustitución de un medicamento X por otro natural equivalente, aunque pueda hacerlo en un momento del tratamiento, sino que trata de favorecer la actuación de la propia fuerza vital para que sea ella la que consiga doblegar al agente patógeno que ha atacado al organismo. Y os puedo asegurar que la toma de medicamentos, aunque éstos sean naturales, sobre todo cuando se administra a niñ@s, se reduce radicalmente, y que su capacidad de recuperación es espectacularmente rápida.

Parece que se duda de la efectividad de la terapéutica natural, y que genera un menor temor tratar a nuestr@s hij@s con un medicamento prescrito por el/la pediatra que hacerlo con homeopatía, porque es la punta del iceberg de un mundo de síntomas desconocido para el profano.

Y, evidentemente, si recurrimos al pediatra para que nos recete un medicamento, en el caso de optar por la medicina natural, habremos de consultar a una persona cualificada (no necesariamente médico).

La medicina natural nos proporciona todo un arsenal de recursos con los que tratar no sólo a l@s más pequeñ@s de la casa, sino a todos los miembros de la familia. La homeopatía y los oligoelementos son dos herramientas que podemos utilizar para tratar los síntomas más frecuentes en la infancia con muy buenos resultados: fiebre, insomnio, dentición, cólicos, etc.

Desde aquí, os animo a "probar" alguna de las terapias mencionadas (u otra) de la mano de algún@ terapeuta de confianza aunque, como digo, no es necesario que sea médico, pues el personal sanitario es, en muchas ocasiones, el primer detractor de esta forma de tratar las enfermedades.

Vosotros tenéis la última palabra, pero os motivo para realizar un cambio en vuestra forma de trataros y hacerlo con vuestr@s hij@s.

La infancia, cada vez más corta

Me considero muy afortunada porque la vida me ha dado la oportunidad de cuidar de mi hija a día completo. A cambio, me quedé desempleada cuando Lucía nació, pero es más importante su crianza que cualquier otra cosa.

En el post de hoy quería hablar de la infancia, esa etapa maravillosa (o que, al menos, debería serlo) que los adultos nos empeñamos en aniquilar a marchas forzadas: con la vuelta de las mamás al trabajo y la incorporación de l@s peques a la guardería, con la vida artificial rodeada de elementos electrónicos y tecnológicos que muestran imágenes violentas, etc. y con el escaso contacto con la naturaleza que les proporcionamos.

Quedé alucinada al recibir una carta de la Comunidad de Madrid recomendando la conveniencia de escolarizar a l@s niñ@s en la etapa 0-3. La crisis ha afectado tanto a la educación que hay que reclutar a l@s más jóvenes y, claro, cualquier lugar y persona es mejor para tu propi@ hij@ que tú mism@ porque, como mamá, le vas a dar todo tu cariño, le vas a escuchar, vas a ser paciente, le vas a explicar los "noes" y, sobre todo, le vas a hacer sentir especial. En definitiva, vas a acrecentar su autoconfianza y su autoestima. Y eso no debe de interesar demasiado ya que, una persona que no ha establecido un apego seguro con su madre durante la infancia, dudará de sus capacidades, será dependiente de l@s demás y, especialmente, será vulnerable y manipulable. Justamente, se desarrollarán aquellos aspectos que se nos dice que sólo se formarán si un@ niñ@ permanece junto a su madre en su primera infancia (aproximadamente, en la etapa 0-3).
Tan mala influencia es una madre para su hij@ que, junto a ella, puede decirse que nunca aprenderá a ponerse el abrigo tirándolo primero al suelo, lavarse los dientes o comer sol@. El personal cualificado que existe en las guarderías es capaz de extraer todo el potencial de l@s niñ@s pero las madres sólo sirven para gestar y parir (y, algunas, ni éso).

Mi opinión es que, como con su madre, un@ niñ@ no estará mejor acompañad@ en las primeras etapas de su vida, porque sólo ella es capaz de desarrollar un instinto y vínculo que va más allá de las palabras.
La mujer que tiene que reincorporarse a trabajar se pierde muchos momentos importantes, que le serán comentados por terceras personas o, simplemente, caerán en el anonimato (y, ya se sabe, ojos que no ven...).

Una escena que se repite en el parque (al que no suelo bajar demasiado) es la de compartir. Pienso que es necesario respetar lo que l@s niñ@s decidan, y que hay que predicar con el ejemplo. Si los adultos no somos generosos, es difícil que podamos transmitir ese valor a nuestr@s hij@s sin antes ser un referente del mismo.
Y, por último, el maravilloso mundo de las chuches, cuyo ofrecimiento se realiza a discreción a partir del año. Parece ser que, como padres, nos documentamos perfectamente de las capacidades que puede y debe desarrollar un@ niñ@ antes de los seis años (idiomas sobre todo), pero la alimentación es una asignatura pendiente de la que nadie se ocupa, como si no estuviese directamente relacionada con el colesterol elevado y la obesidad infantiles.

Pero, lo que quería expresar con mi post de hoy es que hacemos que l@s niñ@s sean independientes demasiado pronto, les obligamos a saltarse etapas vitales, a hacer lo que el resto ya hace sin considerar las capacidades personales ni el ritmo de desarrollo particular de cada persona. Y, de este modo, y para que nuestr@s hij@s nos "molesten" lo menos posible, y no demanden nuestra atención, aniquilamos la infancia forzando un desarrollo que necesita su tiempo.

Y estas creencias se van formando a medida que transcurre el tiempo y las situaciones diferentes porque, cada día me descubro como madre y como mujer.

Precisamente, en facebook, tras publicar este post, he encontrado este enlace:
http://www.youtube.com/watch?v=nnrGT4e7DAg