sábado, 18 de enero de 2014

MANOS QUE CURAN

En los últimos años se ha puesto de moda colocar a l@s recién nacid@s manoplas para que no se arañen. Por inercia, yo lo hice en el hospital con mi hija, y la enfermera, al entrar en la habitación, me indicó que no le tapara las manos porque eran su expresión, y que no tenía importancia que se arañase.

Lo cierto es que, ya en las ecografías, las manos de nuestra hija han tenido gran protagonismo. Aparecían rodeando su cara o sosteniéndola y, cuando nació, en ningún momento permitió que se las cubriéramos con la manta o el saco cuando salíamos a la calle.

Y, efectivamente, ella se expresa (habla mucho, gran parte del tiempo), ayudada de sus manos. Cuando algo no le parece correcto, levanta su dedo índice y lo lleva a un lado y a otro, cual metrónomo, mientras expresa ¡NO!
Además, siempre ha mostrado bastante habilidad relativa a la motricidad fina.

Por otro lado, qué decir del tacto de las manos de un@ niñ@ pequeñ@. Cuando tu propia hija te toca, es la caricia más tierna que puedes recibir, despierta sensaciones llenas de amor y ternura. Yo creo que esas caricias son sanadoras, que arrastran cualquier elemento nocivo y aportan luz. Esas manitas serían capaz de levantar a mamá del más profundo estado de tristeza o melancolía y ayudarla a continuar luchando con esperanza e ilusión.

Más que lo que pueda llegar a ser, mi hija me encanta por lo que es, por lo que cada día me enseña, me muestra y comparte conmigo. Por ser mi MAESTRA.


sábado, 4 de enero de 2014

SU NOMBRE, MI INSPIRACIÓN

Mi hija se llama Lucía.

En un primer momento, pensé que estaba embarazada de un niño. 
Acabbaa de finalizar mi formación en reflexología cuando quedé con una compañera para que me diera un material para la práctica. Sin decirle nada, puso la mano en mi tripa y me dijo: "Estás embarazada y va a ser una niña".

Me quedé alucinada. Se lo comenté a Fernando y se sorprendió sobremanera porque aún no habíamos confirmado el embarazo. En ese momento, me hizo especial ilusión que fuese una niña, por afinidad genérica, supongo.
Mi compañera, Estrella, acertó, aunque Lucía no nos confirmó su género hasta la semana 38 de gestación.

Cuando una mujer está embarazada, especialmente las mujeres más mayores juegan a ser adivinadoras del futuro gestacional, y muchas me decían que sería niño, pero yo creía en las palabras de Estrella que posteriormente se confirmaron.
Además, sólo surgían de mi nombres de niña y, especialmente, Lucía, a la que Serrat dedica una canción mundialmente conocida y que las primeras semanas tras su nacimiento, llenaba mis ojos de lágrimas de emoción.

Había leído que l@s niñ@s eligen su nombre antes de nacer y, a través de una conexión "telepática", se lo transmiten a sus p/madres. Siento que, en nuestro caso, es así.

De modo que aquí os dejo la canción, que es maravillosa de todas todas, para que la disfrutéis, aún más si hay alguna Lucía en vuestras vidas.

miércoles, 1 de enero de 2014

1 DE ENERO

Hoy, comienzo del año, me siento al ordenador como madre y como mujer, ya que estos dos aspectos cohabitan en mi cada vez de una manera más armoniosa.

No siempre fue así. El embarazo dejó estragos en mi cuerpo que sólo el tiempo y el ejercicio supieron matizar, y actualmente puedo decir que me encuentro físicamente mejor que antes de quedarme embarazada.

No en vano, esos nueve meses, que para mi comienzan mucho antes, desde que una pareja se plantea la maternidad/paternidad, desde que la sexualidad aflora en la persona o, quizás, ya desde que estamos siendo gestados, puesto que una gestación lleva a otra y somos seres creativos por naturaleza.

Desde siempre me viví diferente a la norma; ni mejor ni peor que el resto de personas, pero sí con una forma de sentir y ver la vida que no era común a las personas de mi edad. Me estoy remontando a cuando yo tenía unos quince años, época de salir y divertirse, que yo sustituía por una buena conversación con alguna amiga, en su cocina, o en algún café-tertulia de la capital.
De este modo, la adolescencia fue para mi una etapa muy difícil, en la que no encontraba con qué identificarme, mientras la inmensa mayoría de mis coetáneos lo hacía sin problema con los tópicos referentes.

Y es en este sentir entre especial y diferente, abrumada por esto último, en el que me he vivido siempre, aún cuando he intentado volver a integrarme en la normalidad.

¿Qué tiene ésto que ver con mi maternidad, me preguntaréis? Pues, simplemente, que la he sentido como una misión a la que encomendarme y que, si Lucía me ha elegido (y a su padre) por ser como soy (y como es él), será porque es lo que su alma necesita para evolucionar en esta vida.

Hace un par de días me encontré con una señora que me dijo que no está el mundo para traer niñ@s. Aunque tiene parte de razón, pienso que el mundo y las personas debemos cambiar, y que las generaciones que están naciendo, tan despiertas e inteligentes, ayudarán a que ese cambio se produzca. No obstante, el egocentrismo nos convence de que somos lo único que existe y, sin embargo, yo creo que hay más allá que acá, aunque no podamos verlo ni sentirlo.

Hoy comienza un nuevo año, con nuevas esperanzas e ilusiones, con un nuevo contacto con la realidad y con la maternidad que siempre me acompañará porque, como he mencionado, me siento creadora a la vez que madre.

Que la luz nos acompañe y nos guíe.

http://todossomosuno.webs.com/reflexiones.htm





















Nota: no pensaba que me iba a poner tan mística, pero es lo que tiene dejarse fluir.