miércoles, 1 de enero de 2014

1 DE ENERO

Hoy, comienzo del año, me siento al ordenador como madre y como mujer, ya que estos dos aspectos cohabitan en mi cada vez de una manera más armoniosa.

No siempre fue así. El embarazo dejó estragos en mi cuerpo que sólo el tiempo y el ejercicio supieron matizar, y actualmente puedo decir que me encuentro físicamente mejor que antes de quedarme embarazada.

No en vano, esos nueve meses, que para mi comienzan mucho antes, desde que una pareja se plantea la maternidad/paternidad, desde que la sexualidad aflora en la persona o, quizás, ya desde que estamos siendo gestados, puesto que una gestación lleva a otra y somos seres creativos por naturaleza.

Desde siempre me viví diferente a la norma; ni mejor ni peor que el resto de personas, pero sí con una forma de sentir y ver la vida que no era común a las personas de mi edad. Me estoy remontando a cuando yo tenía unos quince años, época de salir y divertirse, que yo sustituía por una buena conversación con alguna amiga, en su cocina, o en algún café-tertulia de la capital.
De este modo, la adolescencia fue para mi una etapa muy difícil, en la que no encontraba con qué identificarme, mientras la inmensa mayoría de mis coetáneos lo hacía sin problema con los tópicos referentes.

Y es en este sentir entre especial y diferente, abrumada por esto último, en el que me he vivido siempre, aún cuando he intentado volver a integrarme en la normalidad.

¿Qué tiene ésto que ver con mi maternidad, me preguntaréis? Pues, simplemente, que la he sentido como una misión a la que encomendarme y que, si Lucía me ha elegido (y a su padre) por ser como soy (y como es él), será porque es lo que su alma necesita para evolucionar en esta vida.

Hace un par de días me encontré con una señora que me dijo que no está el mundo para traer niñ@s. Aunque tiene parte de razón, pienso que el mundo y las personas debemos cambiar, y que las generaciones que están naciendo, tan despiertas e inteligentes, ayudarán a que ese cambio se produzca. No obstante, el egocentrismo nos convence de que somos lo único que existe y, sin embargo, yo creo que hay más allá que acá, aunque no podamos verlo ni sentirlo.

Hoy comienza un nuevo año, con nuevas esperanzas e ilusiones, con un nuevo contacto con la realidad y con la maternidad que siempre me acompañará porque, como he mencionado, me siento creadora a la vez que madre.

Que la luz nos acompañe y nos guíe.

http://todossomosuno.webs.com/reflexiones.htm





















Nota: no pensaba que me iba a poner tan mística, pero es lo que tiene dejarse fluir.


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