martes, 31 de diciembre de 2013

MIS MEJORES DESEOS

A punto de finalizar el año, y antes de comenzar el tercero como madre (o cuarto, si incluyo el embarazo), recapitulo acerca de lo que la maternidad ha supuesto en mi.
Como ya comenté, en el mismo instante en que Lucía salió de mi, las prioridades que hasta ese momento habían motivado mi existencia, dejaron paso a la más importante: la responsabilidad de una vida nueva.

Fernando y yo dejamos de ser dos para crear nuestra propia Trinidad, un nuevo sentido también en nuestra relación, un hacer a un lado el ego para entregar a un nuevo ser lo más importante de nosotros mismos.

Con su llegada, nuestra existencia cobró un nuevo sentido, por supuesto un antes y un después que tan sólo un acontecimiento de ese calibre puede suponer.

A medida que Lucía crece, hemos de reinventarnos y re-crearnos para poder continuar nutriendo sus necesidades, esas que sólo los padres/madres pueden cubrir.

Y, asimismo, mi hija supone el espejo en el que mirarme cada día y, con ello, analizar los aspectos de mi propia vida que debo superar y modificar.

Que l@s hij@s son maestr@s no es nada nuevo, así que intento mantenerme alerta para descubrir las enseñanzas que me muestra cada día. 

A todas aquellas personas que se sienten padres/madres de algo o de alguien, les deseo un año 2014 lleno de creatividad y unión con su coautor/a.

Mantengamos la esperanza porque es la base de la superación. 

lunes, 9 de diciembre de 2013

COLECHAR

O, lo que es lo mismo, dormir toda la familia en un mismo colchón, compartiendo un espacio. Y, ese espacio, íntimo, es el más familiar de toda la casa.
Cuando la lactancia se prolonga, es fácil ser afín al colecho. Reconozco que, a algunos padres/madres, nos gusta dormir con nuestr@s hij@s, así como también a ell@s les gusta dormir con nosotros.

El mayor problema de los padres primerizos es que hacemos caso a todas las opiniones que nos dan. Y, en ese periplo de convertirnos en los mejores progenitores para nuestra peque, caí en la tentación de exiliarla de nuestra habitación entre su séptimo y octavo mes de vida, motivada por el logro de un descanso ficticio y por una teoría que afirma que los bebés huelen a sus madres a una distancia de seis metros. Como, desde nuestra cama y su habitación había una distancia mayor, pensé que esa era la solución.
Los primeros días, bien. Lucía llevaba bien el cambio, únicamente me levantaba para darle las tomas nocturnas y nada más pero, a medida que iba pasando el tiempo, encontraba a la niña despierta cada vez que me levantaba, lo cual derivó en que ninguna de ambas descansara.
De modo que la recuperamos del exilio forzado, y otra vez los tres contentos.

Debo decir que mi hija duerme bien pero no nos deja descansar demasiado, y no creo que el asunto mejorara si durmiera en su cuna. Más bien considero que se debe a una cuestión de madurez, relacionada con el desarrollo, y que en algún momento esto mejorará.

Para mi, las ventajas del colecho son muchas:
-Dormir con lo que más quiero, y ser familia aún durante la noche.
-Sentir su calor, su tacto y su aroma.
-Percibir si alguna flema o moco impide una correcta respiración.
-Detectar la existencia de fiebre.
-Demostrarle mi amor.
-Favorecer su descanso reparador.
-Fortalecer el vínculo y crear apego seguro.
-Poder asistirla inmediatamente en caso de que algo le ocurra (ahogo, atragantamiento, fiebre, dolor, etc.).

Por el contrario, encuentro pocos inconvenientes:
-Las patadas (recíprocas, ya que los padres también nos movemos).
-Quedar relegada al borde de la cama mientras ella ha ido ganando terreno y disfruta de una amplia zona central.

Y ya está. Como veis, no he hablado de vicios ni de costumbres nocivas que, posteriormente, requieran tratamiento psicológico para ser superadas.

En un mundo movido por prisas, en el que se exige también a l@s niñ@s que asuman un desarrollo precoz de sus funciones primarias, el colecho supone un espacio tranquilo, íntimo, en el que nutrir a nuestr@ hij@ de amor y afecto, algo de lo que no tod@s l@s niñ@s, desgraciadamente, pueden disfrutar.

Aunque, por supuesto, respeto a los padres y madres que eligen otra forma de educar y criar. Simplemente, deseo compartir la mía.

Y tú, ¿colechas? ¿por qué?

Imagen extraída de: https://www.google.es/search?q=COLECHO&tbm=isch&tbs=simg:CAQSYglTM_
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domingo, 1 de diciembre de 2013

SER O NO SER

Hoy he leído un artículo que me ha hecho pensar. De él, cuyo enlace es:

http://www.eldiario.es/andalucia/escuela-instrumento-acabar-imaginacion_0_201930651.html

He extraído dos fragmentos que me han llamado poderosamente la atención:

El educador británico Sir Ken Robinson dice: "Destruimos de manera sistemática el poder de la imaginación, tanto en nuestros hijos como en nosotros mismos".

Y, a continuación, el diario publica: "Robinson asegura que el pensamiento divergente es una capacidad esencial de la creatividad. Un estudio llevado a cabo con 1500 personas demostró que el 98% de los niños entre 3 y 5 años tenían un nivel de pensamiento divergente propio de un genio. Cinco años, más tarde, solo un 32% de esos niños de entre 8 y 10 años podían considerarse genios. Al llegar a los 13-15 años, solo había un 10% de ‘genios’ y, al realizarle esa misma prueba a un grupo de más de 25 años, el porcentaje de genios se había reducido a un 2%".

El de la educación, es un tema delicado cuando se trata de tus propi@s hij@s. Como ya comenté en otro post, me atraen sobremanera las Escuelas Libres, pero las hay demasiado extremas, y los extremos no suelen ser buenos porque corremos el riesgo de dejar a l@s niñ@s fuera del sistema, aunque éste deba cambiarse. Además, es el futuro de nuestr@s hij@s el que está en nuestras manos, y considero que hay que respetar su inclinación hacia un tipo de educación concreta, acorde con su forma de ser.

Como en todo, la virtud se encuentra en el punto medio, de modo que lo ideal sería una escuela en la que los valores que Robinson ha comentado (imaginación, creatividad) se potenciaran por encima de todas las cosas. Y considero que ésto no es nada complicado, más al contrario, basta con utilizar materiales cotidianos (cartón, papel de periódico, botellas de plástico, pinturas,...) para que esa creatividad, una vez trabajada en las personas adultas, pasen a l@s más pequeñ@s.

Cuando era niña no me gustaba separarme de mis padres, especialmente de mi madre, con la que pasaba la mayor parte del tiempo. Ella siempre ha realizado actividades manuales como coser y hacer punto, y yo la imitaba. A veces me dibujaba animales en trozos de tela cuyo perfil yo cosía con hilos de colores. Esa era una fuente de creatividad estupenda y, aunque actualmente no sé dar una puntada, me he hecho bastantes jerseys y tops, y ahora le hago algunas cositas a Lucía.

Y es cierto que esa creatividad se va perdiendo con las criticas y comentarios externos: "Podías haberlo hecho de esta forma", "Mejor hazlo así",... o con las comparaciones, destructoras de autoestima insuperables: "Tu hermano lo hizo mejor que tú", "No eres como la hija de...".

Pero, cuando un@ es creativ@, algo mágico ocurre en el interior. Se produce una conexión con algo superior a un@ mism@, como si de una fuente inagotable se tratara.

No es fácil ser madre/padre en estos tiempos, al menos en la gran ciudad, son muchas las exigencias y expectativas que se depositan sobre nosotr@s y que, a su vez, depositamos sobre nuestr@s niñ@s. Sería recomendable que les ayudásemos a liberarse de los yugos que les limitan y no les aportan ningún beneficio y que, de paso, lo hiciéramos también con nosotr@s mism@s.

GRADUADA

Ayer fue mi graduación. En junio terminé mi segunda carrera universitaria y era la primera vez que asistía a un evento así, en el que se reconocía el esfuerzo de varios años, y se aplaudía el resultado del mismo.
Fue especial porque me acompañaba mi familia, de la que desciendo, y la que he creado. 
Supongo que, dentro de unos años, aplaudiré a mi hija por sus logros, y ayer ella lo hizo por los de su madre.
No todos los días recibimos premios ni reconocimientos a nuestras acciones continuadas. A menudo, con las exigencias del día a día, nos olvidamos de esos pequeños esfuerzos que, sumados, llevan a un resultado óptimo y una superación personal.
En una sociedad en la que se realizan refuerzos negativos y se olvidan las acciones positivas porque se considera que es lo que debería ser, resulta gratificante que personas que han alcanzado un estatus profesional y representan a tu universidad, incluyan en su discurso el resultado de tu trayectoria, realizando un reconocimiento meritorio a tu trabajo continuado.
Por un momento, ayer fue protagonista, recuperé el lugar que me corresponde en mi vida y al que, como tantas otras madres, se renuncia en pos de l@s hij@s. 
Pero, sin ell@s y sin las personas que ayer me acompañaron en mi graduación, no habría sido posible. ¡Lanzo mi birrete por ell@s!