domingo, 1 de diciembre de 2013

GRADUADA

Ayer fue mi graduación. En junio terminé mi segunda carrera universitaria y era la primera vez que asistía a un evento así, en el que se reconocía el esfuerzo de varios años, y se aplaudía el resultado del mismo.
Fue especial porque me acompañaba mi familia, de la que desciendo, y la que he creado. 
Supongo que, dentro de unos años, aplaudiré a mi hija por sus logros, y ayer ella lo hizo por los de su madre.
No todos los días recibimos premios ni reconocimientos a nuestras acciones continuadas. A menudo, con las exigencias del día a día, nos olvidamos de esos pequeños esfuerzos que, sumados, llevan a un resultado óptimo y una superación personal.
En una sociedad en la que se realizan refuerzos negativos y se olvidan las acciones positivas porque se considera que es lo que debería ser, resulta gratificante que personas que han alcanzado un estatus profesional y representan a tu universidad, incluyan en su discurso el resultado de tu trayectoria, realizando un reconocimiento meritorio a tu trabajo continuado.
Por un momento, ayer fue protagonista, recuperé el lugar que me corresponde en mi vida y al que, como tantas otras madres, se renuncia en pos de l@s hij@s. 
Pero, sin ell@s y sin las personas que ayer me acompañaron en mi graduación, no habría sido posible. ¡Lanzo mi birrete por ell@s!


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