sábado, 18 de enero de 2014

MANOS QUE CURAN

En los últimos años se ha puesto de moda colocar a l@s recién nacid@s manoplas para que no se arañen. Por inercia, yo lo hice en el hospital con mi hija, y la enfermera, al entrar en la habitación, me indicó que no le tapara las manos porque eran su expresión, y que no tenía importancia que se arañase.

Lo cierto es que, ya en las ecografías, las manos de nuestra hija han tenido gran protagonismo. Aparecían rodeando su cara o sosteniéndola y, cuando nació, en ningún momento permitió que se las cubriéramos con la manta o el saco cuando salíamos a la calle.

Y, efectivamente, ella se expresa (habla mucho, gran parte del tiempo), ayudada de sus manos. Cuando algo no le parece correcto, levanta su dedo índice y lo lleva a un lado y a otro, cual metrónomo, mientras expresa ¡NO!
Además, siempre ha mostrado bastante habilidad relativa a la motricidad fina.

Por otro lado, qué decir del tacto de las manos de un@ niñ@ pequeñ@. Cuando tu propia hija te toca, es la caricia más tierna que puedes recibir, despierta sensaciones llenas de amor y ternura. Yo creo que esas caricias son sanadoras, que arrastran cualquier elemento nocivo y aportan luz. Esas manitas serían capaz de levantar a mamá del más profundo estado de tristeza o melancolía y ayudarla a continuar luchando con esperanza e ilusión.

Más que lo que pueda llegar a ser, mi hija me encanta por lo que es, por lo que cada día me enseña, me muestra y comparte conmigo. Por ser mi MAESTRA.


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