domingo, 27 de octubre de 2013

La infancia, cada vez más corta

Me considero muy afortunada porque la vida me ha dado la oportunidad de cuidar de mi hija a día completo. A cambio, me quedé desempleada cuando Lucía nació, pero es más importante su crianza que cualquier otra cosa.

En el post de hoy quería hablar de la infancia, esa etapa maravillosa (o que, al menos, debería serlo) que los adultos nos empeñamos en aniquilar a marchas forzadas: con la vuelta de las mamás al trabajo y la incorporación de l@s peques a la guardería, con la vida artificial rodeada de elementos electrónicos y tecnológicos que muestran imágenes violentas, etc. y con el escaso contacto con la naturaleza que les proporcionamos.

Quedé alucinada al recibir una carta de la Comunidad de Madrid recomendando la conveniencia de escolarizar a l@s niñ@s en la etapa 0-3. La crisis ha afectado tanto a la educación que hay que reclutar a l@s más jóvenes y, claro, cualquier lugar y persona es mejor para tu propi@ hij@ que tú mism@ porque, como mamá, le vas a dar todo tu cariño, le vas a escuchar, vas a ser paciente, le vas a explicar los "noes" y, sobre todo, le vas a hacer sentir especial. En definitiva, vas a acrecentar su autoconfianza y su autoestima. Y eso no debe de interesar demasiado ya que, una persona que no ha establecido un apego seguro con su madre durante la infancia, dudará de sus capacidades, será dependiente de l@s demás y, especialmente, será vulnerable y manipulable. Justamente, se desarrollarán aquellos aspectos que se nos dice que sólo se formarán si un@ niñ@ permanece junto a su madre en su primera infancia (aproximadamente, en la etapa 0-3).
Tan mala influencia es una madre para su hij@ que, junto a ella, puede decirse que nunca aprenderá a ponerse el abrigo tirándolo primero al suelo, lavarse los dientes o comer sol@. El personal cualificado que existe en las guarderías es capaz de extraer todo el potencial de l@s niñ@s pero las madres sólo sirven para gestar y parir (y, algunas, ni éso).

Mi opinión es que, como con su madre, un@ niñ@ no estará mejor acompañad@ en las primeras etapas de su vida, porque sólo ella es capaz de desarrollar un instinto y vínculo que va más allá de las palabras.
La mujer que tiene que reincorporarse a trabajar se pierde muchos momentos importantes, que le serán comentados por terceras personas o, simplemente, caerán en el anonimato (y, ya se sabe, ojos que no ven...).

Una escena que se repite en el parque (al que no suelo bajar demasiado) es la de compartir. Pienso que es necesario respetar lo que l@s niñ@s decidan, y que hay que predicar con el ejemplo. Si los adultos no somos generosos, es difícil que podamos transmitir ese valor a nuestr@s hij@s sin antes ser un referente del mismo.
Y, por último, el maravilloso mundo de las chuches, cuyo ofrecimiento se realiza a discreción a partir del año. Parece ser que, como padres, nos documentamos perfectamente de las capacidades que puede y debe desarrollar un@ niñ@ antes de los seis años (idiomas sobre todo), pero la alimentación es una asignatura pendiente de la que nadie se ocupa, como si no estuviese directamente relacionada con el colesterol elevado y la obesidad infantiles.

Pero, lo que quería expresar con mi post de hoy es que hacemos que l@s niñ@s sean independientes demasiado pronto, les obligamos a saltarse etapas vitales, a hacer lo que el resto ya hace sin considerar las capacidades personales ni el ritmo de desarrollo particular de cada persona. Y, de este modo, y para que nuestr@s hij@s nos "molesten" lo menos posible, y no demanden nuestra atención, aniquilamos la infancia forzando un desarrollo que necesita su tiempo.

Y estas creencias se van formando a medida que transcurre el tiempo y las situaciones diferentes porque, cada día me descubro como madre y como mujer.

Precisamente, en facebook, tras publicar este post, he encontrado este enlace:
http://www.youtube.com/watch?v=nnrGT4e7DAg

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