martes, 18 de junio de 2013

LUCÍA, MI GUÍA

Desde que Lucía llegó a nuestras vidas, el rumbo de la mía adquirió una nueva dimensión (y la de Fernando también, pero de éso debería hablar él), y sentí que ya su dirección no dependía exclusivamente de mi. Es como si lo que yo decidía, tuviese que pasar un filtro, el de mi peque, para aprobar o no la iniciativa surgida.
Supongo que otras madres han sentido lo mismo. Poder disfrutar de mi hija las 24 horas del día desde hace casi quince meses, ha sido el mejor regalo que la vida podía darme, porque no es lo mismo experimentar con ella cada momento y progreso, ser la primera en escuchar sus balbuceos, en ver su sonrisa, en descubrir la expresión de la fuerza de sus músculos cuando consigue cambiar de posición,... que escucharlo de otras personas. Siento que la vivencia de estos acontecimientos no tiene precio, y me considero afortunada por haber sido la espectadora vip.

Pero, volviendo al tema de la dirección vital, decir que me encuentro en un momento importante y decisivo de mi existencia porque mi trayectoria profesional ya no está determinada por mi deseo de mayor o menor realización, sino por conciliarla con el cuidado de Lucía. 
Como tantas otras madres que navegan por la red, el nacimiento de mi hija ha cambiado el rumbo de mi vida, en definitiva, hacia dónde ella decida y, de momento, es hacia su acompañamiento, su sostén y apoyo en su desarrollo y crecimiento. Y, para mi, ésta es la mejor empresa que he podido llevar a cabo, en ninguna otra actividad me he sentido tan implicada como en mi maternidad, renunciando a mi misma (como dicen los místicos, "anulando el ego") cuando ha sido necesario y volviendo a recuperarme como persona y como mujer cuando mi hija, por los logros alcanzados, me lo ha permitido porque, por mucho colecho que practiquemos, por mucho que cojamos en brazos a nuestr@s hij@s, he de decir que, tarde o temprano, volarán. Ya hablaré más adelante del apego seguro y de los métodos de crianza que Fernando y yo, como padres y primerizos, hemos practicado y seguimos llevando a cabo.

De modo que, a día de hoy, debo decir doblemente: ¡Hágase tu voluntad (Lucía)!


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